El primer recuerdo que tengo de David DelfÃn fue a los pocos dÃas de cumplir diez años. Era septiembre de 2002 y los telediarios cerraban con una 'polémica' que habÃa ocurrido en Cibeles: "El escaparate de la moda española acabó como el rosario de la aurora. El causante de la polémica es el modisto David DelfÃn. Algunas modelos tuvieron que soportar una auténtica humillación durante el desfile", relataban desde TVE con esta pieza.
No recuerdo si en casa tenÃamos puesta esta cadena, pero recuerdo perfectamente haber visto las imágenes de ese desfile. Me quedé completamente embobado frente al televisor aquel dÃa. Los medios dedicaron muchos minutos cuestionando el trabajo del malagueño, pero yo no podÃa apartar la mirada de la pasarela que habÃa tras aquella vieja pantalla que tenÃamos en casa, no podÃa dejar de mirar la actitud de las modelos, la composición de los diseños. Me maravilló y creo que fue mi primer flechazo con la industria de la moda.
David creo que no era consciente, pero con aquel desfile despertó la curiosidad de muchos otros niños que empezaban a ver la moda como algo más que ropa. Mi actitud siempre ha sido vivirla como una historia donde evadirme y soñar frente a la soga, bendita soga DelfÃn, que nos pone e impone la sociedad.
Lo que me atrae de la moda es esa capacidad de ahondar en la búsqueda de las emociones. Me flipa la moda que es capaz de hacerme sentir nostálgico, pero no necesariamente de algo que haya ocurrido ya. ¿Os acordáis del discurso de Nigel (Devil Wears Zara) donde le dice a Andy que él de pequeño leÃa las revista de moda bajo las sábanas con una linterna? Pues es un sentimiento parecido.
David fue, ante todo, el diseñador que revolucionó a toda una generación y que los acercó a la moda. Con él nos sentÃamos capaces de todo. Abrió las puertas de Cibeles a muchos soñadores que vivÃamos sus desfiles con esa sensación de ir por el buen camino, un camino que Davidelfin dibujó rompedor, innovador, un camino sin miedos y lleno del color de sus diseños y de la desestructuración que nos regaló en su última etapa.
Hoy, en plena MBFWMadrid, no he podido evitar sentir nostalgia de esta época en la que Cibeles - y los primeros años de Mercedes Benz- era el encuentro de muchos de esos soñadores, ahora muchos de ellos periodistas, estilistas o influencers especializados en moda.
Siento mucha nostalgia al recordar sus desfiles y recorre por mi cuerpo el mismo escalofrÃo que sentÃa cuando andaba por la moqueta negra de ese pabellón de IFEMA antes de un desfile, allá por el 2009. Nostalgia de cómo David nos atendÃa en el backstage y nos explicaba las colecciones transmitiéndonos ese entusiasmado por todo lo que habÃa creado. Nostalgia por esas colas que se formaban en los accesos sin invitación, donde yo pasé también horas antes de ser acreditado por la organización. Nostalgia al recordar aquellos carteles tachados en los vestidores del diseñador que él habÃa renombrado con su propia letra...
Y es que los desfiles de Delfin -y de su musa Bimba Bosé- estaban cargados de algo especial. Desde la energÃa que se respiraba en cada colección, el apoyo de sus incondicionales, el ambiente joven de aquellos niños que soñaron un dÃa con dedicarse a esta industria, y las ganas de aquellos que hacÃan de sus looks una máxima del más es más porque allà sà se sentÃan protegidos y aceptados, era una forma, también, de reivindicar... Yo no vivà la movida, pero imagino que la combinación explosiva debÃa ser parecida.
PodÃa gustarte más o menos el resultado de lo que presentaba, podÃas estar de acuerdo con el concepto o con cómo lo habÃa plasmado en los estilismos, pero David, querido genio, nadie puede quitarte ese poder que tuviste para que, desde tu marca, desde tu universo, creases ese sentimiento tan bonito en tanta gente, la pasión por la moda. Hoy yo te echo de menos (os echamos muchÃsimo de menos) en esta MBFW que vivo desde la distancia, hoy es un poco más frÃa y más triste.