En los últimos años Sevilla ha vivido una explosión de gastro-bares con más o menos acierto. Ya es de valorar que haya proyectos que apuesten por algo diferente que ofrecerle a la ciudad y al turismo, pero con la aparición de Lobo López ha llegado la revolución foodie a la ciudad.
Con solo una semana de vida, allá que fuimos a descubrir lo que nos habÃan preparado el grupo La vida en tapas, artÃfices de otros éxitos como Sidonia, Dúo Tapas, Nazca o La terraza. Tampoco tenÃa muchas expectativas, una cena de cuatro amigos que buscábamos algo nuevo en nuestra cartera de opciones gastronómicas.
Nos conquistaron antes de entrar al local, llamamos para ver si nos podrÃan reservar mesa -porque Ãbamos de camino- y el chico salió de la cocina y -aunque estaba lleno- nos apuntó para que no tuviésemos problemas al llegar. Situado en pleno centro de Sevilla, aunque escondido en la pequeña calle Rosario (sale de la calle Tetuán), se presenta como un bar que aúna las últimas tendencias en cocina con la infinita satisfacción de unos precios nada desorbitados.
Cuando llegues al final del artÃculo entenderás -espero- porqué he vivido encerrado el fin de semana en Lobo López.
EL ESPACIO
El grupo apuesta por una cuidada decoración en todas sus propuestas y para esta ocasión han recurrido al estudio CM4 Arquitectos "el hilo principal ha sido la fusión de un estilo tropical y el patio sevillano para crear un espacio único y acogedor", nos comentan desde la empresa.
A ellos recurrimos para que nos expliquen cómo ha sido el proceso creativo: "El local se divide en tres espacios bien diferenciados: La primera crujÃa de acceso, la segunda como salón intermedio y al fondo “El Patio”. El primer objetivo era mantener esos espacios como salones independientes, pero siempre con un hilo conductor común. Para conseguirlo trabajamos con tres materiales predominantes, uno para cada espacio y tres recursos secundarios que van casando las tres estancias.
En el primer salón nos encontramos con la madera como elemento fundamental, bañando todo el techo en un juego geométrico, en el segundo el hierro como transición, formando una estanterÃa que se funde con un techo de cuarterones de colores y en el patio, es la cerámica con un caracterÃstico suelo de barro el que lo dota de un carácter único.
El cobre para instalaciones y elementos decorativos, los muros y arcos descarnados hasta descubrir su identidad original de ladrillo y el color verde acompañado de una gran vegetación, cosen el restaurante desde el acceso hasta la cocina".
Un elemento que impresiona mucho cuando entras al patio es el mural del artista lisboeta Alexandre Farto (Vhils). Los propios camareros presumen y cuentan a los clientes la historia que hay detrás de la obra de arte que veis en la imagen principal del artÃculo, creada utilizando la técnica del cincelado.
La cocina en vivo, el hilo musical y el perfecto estado de los baños hacen que la experiencia sea aún más completa.
La comida y el servicio
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SÃ, quiero casarme contigo |
Tras mi primera visita tenÃa algo claro, tenÃa que volver muy pronto para descubrir el resto de platos y tapas de la carta, asà que el domingo, aprovechando que volvà a salir a cenar, regresé para ver si aquello fue fruto de la fiebre de sábado noche o realmente afianzaba mi buena opinión al respecto. Y ya os aseguro que no me equivoqué.
En la primera visita probamos el Satay Balinés con espuma de coco -un pollo presentado en brocheta- la hamburguesa con salsa Jack Daniels y las patatas bravas (las patatas del Lobo López -las bravas y la que utilizan como guarnición- cortadas en lascas merecen un artÃculo aparte).
Para la segunda ocasión aposté por la ensaladilla de pollo al curry y mango -tremenda-, la poke bowl de atún (a la que nosotros le añadimos salsa de soja) y el hot dog de langostinos. Eso sÃ, repetà con las patatas bravas.
En cuanto al servicio, me gustó que desde que llegas, todos los camareros -habÃa más de seis solo en la sala- te dan la bienvenida, se interesan por si estás cómodo, te cuentan curiosidades del sitio... Y me gusta porque lo hacen en el término justo, sin molestarte y con una sonrisa visible desde que entras hasta que sale de Lobo López. Y esto deberÃa ser lo común y normal en todos los sitios, pero siempre lo vinculamos a lugares donde pagamos mucho más por comer.
Postre y colofón final
El primer dÃa probamos una tarta quebrada de chocolate, galletas y avellana y cuando volvà nos decantamos por un clásico que me encanta, la tarta de zanahorias. Jugosa, cremosa y 'amenizada' con chocolate bajo petición. De 10.
Cuando terminas de cenar, los camareros te traen una botella de agua -me parece una idea maravillosa- y ,junto a la cuenta, te ponen unos chupitos creados con sifón. La cuenta te la sirven en la tÃpica lata de conserva que ahora vemos en muchos bares, pero a la que la bonita tarjeta de Lobo López le aporta un toque de distinción.
De verdad, hacÃa tiempo que no me sentÃa tan cómodo con la relación calidad-precio de un local, creo que se han superado con respecto a las otras ofertas del grupo y pienso que va a ser una auténtica revolución en Sevilla. Asà que si estáis por aquà o si venÃs de visita, no os lo penséis dos veces a la hora de elegir sitio para comer o cenar (eso sÃ, intentad reservar para no esperar, porque aunque el espacio es tremendamente grande, todo el mundo quiere probar la nueva apuesta del grupo La Vida).